Una de las especies marinas más amenazadas del mundo es una diminuta marsopa conocida como la vaquita marina. Poco después de que los científicos descubrieran la especie en 1950, se dieron cuenta de que estaba en peligro, debido a su muy limitada distribución geográfica, que consiste en apenas unos cuatro mil kilómetros cuadrados, ubicados en la parte alta del Golfo de California; sus bajas tasas de reproducción, ya que una hembra solo puede tener entre 2 y 7 crías en toda su vida, y la mortalidad derivada de la pesca lo colocan en gran riesgo.
Con frecuencia, las vaquitas se hundían en redes de deriva destinadas a camarones y totoabas,(corvina blanca) un pez cuya vejiga natatoria es una exquisitez en China. En 1975, tras haber declarado a la totoaba como especie amenazada, México prohibió la pesca de estas criaturas. Pero la tarea es más fácil, más lucrativa, y menos riesgosa que el tráfico de drogas, por eso la pesca de totoabas continúa; y, por ende, también la muerte de vaquitas por captura accesoria.
En 2008 existía una población de poco más de 200 ejemplares, de acuerdo con un censo realizado por la ONG Sea Shepherd Conservation Society y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) entre el 10 y el 26 de mayo del 2023 existen actualmente entre 10 y 13 vaquitas marinas, incluyendo un recién nacido que ha sido observado en dos censos consecutivos.
Matthew Podolsky, biólogo de vida silvestre, sostiene que “incluso si esa vaquita no hubiera muerto y los esfuerzos de captura hubieran tenido éxito, la raíz del problema persistiría”. Los cazadores furtivos, los codiciosos cárteles y la corrupción aún se preocuparían más por capturar totoabas que por proteger a las vaquitas.
Podolsky es codirector de Mar de Sombras (Sea of Shadows), un documental de National Geographic sobre activistas e investigadores encubiertos que trabajan para ayudar a salvar a esta especie.
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